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Animal Spirits, el toque de atención al liberalismo tras la crisis

  • Marina Guillamón
  • 24 may 2016
  • 4 Min. de lectura

George A. Akerlof y Robert J. Shiller

Año 2006. Colapso de la burbuja inmobiliaria. Año 2007. Crisis de las hipotecas subprime. Año 2008. Colapso del Wall Street, contracción del crédito, crisis de liquidez. “Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”. Caos, miedo, bajada del consumo. Las prácticas temerarias bursátiles habían llegado a sus consecuencias y los lobos del Wall Street se preguntaban cómo saldrían de esa. En un mundo lleno de expertos, de lo mejor de lo mejor, de ingenieros recaudados de las mejores universidades, nadie había sabido prever que el sistema iba a petar. Los grandes analistas de la economía se habían centrado tanto en los valores que habían olvidado las consecuencias de sus movimientos. El pueblo se sentía engañado por las grandes autoridades financieras y nadie era capaz de explicar por qué había pasado lo que había pasado.


El gran problema es que se trataba de explicar mediante la rectitud todo aquel caos que había tenido lugar en las oficinas del Wall Street, se trataba de explicar mediante una teoría imparcial una práctica que no había tenido nada de imparcial ni de recta. Se trataba de explicar la crisis sin tener en cuenta que eran humanos quiénes gestionaban el Wall Street.


George A. Akerlof, premio Nobel de Economía, y Robert J. Shiller, autor y catedrático, publican Animal Spirits el año 2009, en plena decaída del sistema capitalista provocada por la crisis económica. Es precisamente por este contexto económico por el que los autores deciden investigar el por qué de la crisis. Además, con Animal Spirits presentan un libro que va más allá y también se preguntan por qué los economistas no previeron la crisis económica.


Este libro significa, además, el retorno a los principios keynesianos tras la supremacía del libre mercado y la mano invisible. Este retorno del legado de John Keynes se da principalmente rescatando la teoría de los espíritus animales, que explica que las decisiones económicas no se toman de forma racional, si no que las actitudes inherentes del ser humano tienen un gran peso cada vez que se toman decisiones. Por este motivo, conceptos como confianza u equidad cambian completamente el curso de la economía.


Este retorno a la teoría keynesiana comporta, además, una gran crítica al laissez faire del capitalismo liberal. Según los autores, si los seres humanos se mueven por sus espíritus animales y actúan por y para su beneficio, es necesario que existan mecanismos de control que contrarresten los efectos de la conducta humana. Esta faceta de la conducta humana queda retratada en el apartado del libro Corrupción y mala fe, en el que repasando la recesión de 1991, la del 2001 y la del 2007 demuestran que fueron los espíritus animales quiénes las causaron: “estos ejemplos indican que el ciclo económico está relacionado con las fluctuaciones del compromiso personal hacia los principios de buena conducta y con las fluctuaciones en las actividades de depredación, que a su vez están relacionadas con cambios en las posibilidades de esta actividad”.


Todo este capítulo parece íntimamente ligado a muchas declaraciones que se han hecho posteriormente sobre la corrupción. Des de el “la corrupción es inherente del ser humano” del historiador granadino Alfredo Alvar hasta el “la corrupción en Colombia, como en cualquier otro país, es inherente al ser humano” de Miguel Nule. De este modo, a pesar de que la corrupción puede ser debida a la misma naturaleza humana, los mecanismos de control de la corrupción deberían ser inherentes a cualquier gobierno.


Estos principios propuestos por Akerlof y Shiller no se han quedado plasmados únicamente en Animal Spirits, si no que han tomado forma en leyes para la transparencia. La conciencia de que no existe la rectitud en la economía ha hecho que aparezcan un seguido de medidas para que se pueda controlar toda la actividad de políticos y economistas. La creencia en los espíritus animales ha hecho que se desmitifiquen los grandes economistas y se tenga en cuenta que son humanos y como todos los humanos cometen errores. Además, esta personificación de los banqueros ha hecho que se les pidan también valores humanos. Conceptos como la banca ética surgen de una población que les pide a los banqueros que compartan sus valores. Aquella confianza inherente en un sistema aparentemente perfecto ha desaparecido, y ahora cada uno de sus elementos humanos deben ganarse la confianza del consumidor. Las empresas tienen que tener misión y valores. Ahora los consumidores también quieren saber quién lleva la empresa y cómo lo hace.


Es por este motivo por el que creo que la teoría de los espíritus animales renovada por Akerlof y Schiller es tan importante, porque humaniza las grandes instituciones y al humanizarlas se les puede reclamar un sentido de la responsabilidad. Con esta teoría se va un paso más allá. Ya no se trata de que cada pieza del engranaje haga una función, todas deben colaborar para que el gran engranaje que supone la economía funcione.


Siguiendo la teoría de los espíritus animales, los autores explican que los economistas no previeron la aparición de la crisis económica porque su análisis de la economía aparentemente racional estaba condicionado, en gran parte, por una inherente confianza en el sistema capitalista. Mediante esta autocrítica combaten también la fe. Presentan un economista que debe utilizar sus conocimientos sobre la economía para analizarla pero que, a la vez, se debe preguntar si aquellos conocimientos son correctos o son únicamente fruto de un adoctrinamiento. Hay que tener en cuenta la oferta y la demanda, pero hay que preguntarse si la mano invisible es una realidad o un punto de vista. Presentan una visión del economista que ha aprendido de sus errores y no debe volver a sentarse en la comodidad de una teoría mientras el mundo gira. El economista, como un médico, debe analizar cada uno de los síntomas de la economía, desde el aumento de precios hasta la facilidad del crédito, y no tiene que esperar que la economía, por sí sola, los arregle.


De este modo, con Animal Spirits, Akerlof y Shiller son los primeros en revisar la teoría económica actual, y lo hacen mediante un nuevo prisma. Huyen de la racionalidad del análisis liberalista ya que, con un marco en el que todas las decisiones económicas se tomaban racionalmente, resulta imposible comprender una crisis provocada por actitudes que no fueron imparciales, racionales ni bien informadas.

 
 
 

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