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Alfredo Pastor: "En este país hay gente que no puede comer y otros que se cambian de yate cada

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  • 24 may 2016
  • 9 Min. de lectura

Su libro, ‘La ciencia humilde. Economía para ciudadanos’, es una lectura dirigida al ciudadano de a pie, que no tiene los conocimientos de economía suficientes para acabar de comprender cuestiones que le afectan. ¿En qué momento y cómo decidió escribir un libro de estas características?


Lo decidí en el año 2006 y lo escribí muy deprisa, en un verano. Lo hice después de más de 10 años de enseñar justo esto aquí. Es decir, no a estudiantes de economía, sino a estudiantes de business. Gente que no quiere ser economista, pero que necesita comprender la economía. Y esto es lo que aparece en el libro. El sistema de enseñanza del IESE siempre había sido así.


¿Qué dificultades ha encontrado al intentar explicar temas tan complejos de una forma tan sencilla?


He tenido muchos alumnos a lo largo de los años y, al final, aprendes a hacerlo. Además, normalmente, en la Universidad, si un alumno no entiende algo, suele callarse esperando a que alguien pregunte, pero aquí no, aquí siempre preguntan. Así, uno se da cuenta de cuáles son las cosas que no se entienden.


¿Cree que a la mayoría de ciudadanos le interesa la economía, pero no la entiende?


Yo creo que no les interesa mucho. A la gente le interesa lo suyo, con la política pasa lo mismo. Si les interesase la política, no estaríamos como estamos. Pues con la economía igual. Si nos interesara mucho y hubiéramos aprendido qué significan muchas cosas, tampoco estaríamos como estamos. Cuando sale un anuncio de un hombre con un paraguas diciendo que un crédito es bueno y barato, tenemos que desconfiar. Puede ser bueno, pero barato no será. Esto también pasa con las hipotecas o con cualquier otra cosa. Es más una cuestión de actitud que de formación. Cuando uno tiene actitud, la formación no es tan difícil.


Entrando en materia del libro, ¿cuáles son los principales peligros del sistema económico de libre mercado?


El libre mercado está hecho para regular las relaciones económicas, pero no todo. Por consiguiente, las soluciones que da el mercado no siempre son las que nos parecen mejores. El mercado es eficiente en el mejor de los casos, pero no podemos pedirle que sea equitativo, porque no lo es. La solución del mercado puede no parecernos justa y esto hay que arreglarlo. Este sistema no es más que un sistema práctico porque los demás ya se han probado y no va muy bien: un año sólo hay zapatos del pie izquierdo y otro año, del pie derecho. En definitiva, como cosa práctica está muy bien. Pero el mercado no regula todas las relaciones. Tú no pondrás a tus hijos a competir a ver quién es el mejor. Se ha intentado extender lo que es el mercado a todos los ámbitos de la sociedad y eso no puede ser.


¿Hasta qué punto es ‘sana’ la interferencia del Estado en el mercado?


Yo creo que el Estado tiene que hacer tres cosas: proveer todos esos servicios que no ofrece el mercado (sanidad, el ejército…), fijar las reglas del juego (que no haya demasiados monopolios, que si hay empresas fuertes, haya sindicatos fuertes…) y, por último, corregir los resultados del mercado (como la desigualdad).


En su libro habla de que la desigualdad no es solo injusta, sino insostenible. ¿A qué se refiere con la insostenibilidad de ésta?


Es insostenible porque es injusta. La injusticia sólo se aguanta un tiempo. Tampoco es sostenible porque la extrema desigualdad lleva a una asignación de recursos que es ineficiente, ya que se priva la producción de cosas que no son más que puro lujo. Cuando ya has comido siete veces en un día y has llegado a los doscientos pares de zapatos, vas y te compras un yate. Y luego hay tanta gente que no tiene ni para comer. Esta distribución tan desigual de la riqueza es a lo que me refiero: que en un país haya gente que no puede comer y otros que se cambian de yate cada dos años.


Igual que, como usted explica, el concepto de crecimiento económico tal y como lo conocemos no tiene ni 200 años y, antes, los ciudadanos de todos los países vivían una situación parecidamente humilde. ¿Cree que es posible que acabemos disfrutando todos de las comodidades de las que disponen actualmente los países más desarrollados o precisamente estas comodidades son posibles gracias a la pobreza del resto?


Que lleguemos al nivel de consumo de países desarrollados como Estados Unidos, por ejemplo, tengo mis dudas. Si en mis clases explico lo novedoso del concepto ‘crecimiento’ es para que la gente se quite de la cabeza que el estado natural de la humanidad es crecer, porque no es cierto. Por consiguiente, si nos diéramos cuenta de que deberíamos reducir nuestros niveles de consumismo… es difícil, pero podríamos hacerlo y, de hecho, vamos a tener que hacerlo.


¿Cree que este cambio se puede dar de manera voluntaria, dándonos cuenta nosotros mismos, o va a tener que ser forzado al darnos cuenta de lo insostenible que es?


Hay que esperar que haya un cambio por las buenas, pero no hay que ser muy optimistas. Es como el tabaco en Estados Unidos. Cuando los estudios empezaron a demostrar lo perjudicial que era, las empresas de tabaco pagaron otros estudios para demostrar que las enfermedades respiratorias no las provocaba el tabaco. Así, estuvieron 30 años. Con el crecimiento pasa lo mismo. Al final, llegará el momento en el que todo desemboque en una guerra por los recursos. En el momento en el que en Estados Unidos no tengan agua, no van a beber menos, van a ocupar lugares en el que haya. De hecho, ya lo están haciendo. Están buscando agua en América Latina. Igual que cuando China se quede sin tierras, que irá a África. Que se va a acabar cambiando, sin duda, pero esperemos que sea con las mínimas consecuencias dramáticas.


¿Cree que el crecimiento de los países desarrollados se debe directamente a la precariedad de los países emergentes?


Yo creo que, seguramente, las excepciones serían Estados Unidos, que tiene una enorme cantidad de recursos naturales, y Alemania, que nunca ha tenido productos naturales, pero tenía jabón y desarrollaron una gran industria química. Todos los demás, sí, como los ingleses, que inventaron muchas cosas porque podían sacarlo de las colonias. ¿Qué los países colonizadores se hicieron ricos, en parte, empobreciendo a las colonias? Sí. No le demos más vueltas. Sobre todo, ingleses, holandeses y franceses. El empobrecimiento no es sólo material, sino la destrucción de una cultura. El caso de África es un caso muy claro. Como todo lo que llevaban los ‘blancos’ era por su bien: carreteras, hospitales, colegios… para los que se habían mudado allí, no para los autóctonos. Hay un jamaicano que explica muy bien esto del empobrecimiento de África. Lo mataron.


El PIB como medidor universal de la salud económica de los países tiene bastantes limitaciones, como las comparaciones internacionales (en las que hay que tener en cuenta los diferentes precios de los bienes y no sólo el cambio de divisas), la aparición de nuevos productos o la incapacidad de medir otros factores del bienestar, como la esperanza de vida. ¿Hasta dónde deberíamos utilizarlo como medidor y qué otros medidores de bienestar más fiables existen?


Una parte del crecimiento que tenemos en el PIB se debe únicamente al hecho de que las mujeres se han puesto a trabajar y alguien ahora les cuida la casa. Sólo mide la producción de bienes y servicios tangibles y la de servicios está muy mal medido. Es un sistema de cuentas que está hecho para una sociedad industrial.


¿Qué otros medidores existen?


Medidores de bienestar más generales, con estadísticas vitales como la esperanza de vida, la movilidad. Una medida vital que no está en el PIB y que creo que es muy importante es la natalidad. Un país que no crece es un país al que le pasa algo, como nosotros. Tampoco soy muy partidario de grandes medidores. Yo haría una combinación entre PIB y coeficiente de Gini (medidor de desigualdad).


“El déficit exterior es una fuente de recursos que será bueno o malo dependiendo de lo bien o mal que lo gastemos”. Esta pregunta es algo amplia y abstracta, ¿pero cuál es la forma adecuada de invertir lo que a un Estado le llega de fuera?


Por ejemplo, si tienes un déficit de cuenta corriente de 100 quiere decir que el resto del mundo te ha dejado 100. ¿En qué te vas a gastar eso que te han dejado? Si te lo gastas en subir el sueldo de los funcionarios, es como si te lo gastas yéndote al cine. Luego tendrás que devolver ese préstamo. En cambio, si te lo gastas en algo que va a producir lo suficiente para pagar el préstamo y algo más, es que lo has gastado bien. Si te lo gastas en subir sueldos o en AVE, es consumo. Parece inversión, pero no aumenta la capacidad productiva del país, así que es consumo. Si te lo gastas en una red de transporte de mercancías, seguramente sí sería inversión.


¿Qué ha pasado en España?


Aquí es algo injusto. Se ha gastado, en parte, en endeudamiento de las empresas españolas que han comprado activos en el exterior. Han aprovechado este dinero barato, que nunca lo habíamos tenido tan barato, no solo para tonterías. Seguramente los activos estaban bien, pero mal financiados. Y, cuando la financiación se cortó, se vino todo abajo.


Si una de las funciones que debe cumplir el empleo es asegurar el sustento del trabajador, ¿cree que el salario mínimo interprofesional de 655€ mensuales cumple con esta función en este país?


Desde luego que no. Nuestro problema es que no generamos empleo de calidad. Un amigo mío, Miquel Puig, ha calculado que un sueldo de menos de 13.000€ al año no paga la sanidad y la educación que cuesta una persona. Tenemos un país con demasiados sueldos demasiado bajos y, encima, pocos empleos. No basta con crear empleo, sino de qué clase se crean. Un porcentaje muy alto de los contratos temporales duran menos de un mes. Uno se pasa la mitad del tiempo buscando el próximo contrato.


¿Cree que se han llevado a cabo correctamente las políticas fiscales en España?


Si hubiéramos tenido una política fiscal más expansiva, no estaríamos donde estamos. Lo que ocurre es que, desde el punto de vista económico, no hay duda que la austeridad impuesta fue una barbaridad, porque las sumas son sumas y si recortas en gasto público, gasto privado… da lo que da. Otra cosa es que no se fiaban porque a la que dejaron de apretarnos el cinturón, volvíamos a la juerga. Cuando el señor Rajoy ve que la cosa empieza a tirar, lo primero que hace es rebajar impuestos. Claro, si seguimos así, los que imponen la austeridad tienen toda la razón. La política fiscal naturalmente que es eficaz y para otras cosas también. El Fondo Monetario acaba de decir que la política fiscal puede ser muy útil para la innovación.


Hablando de quien nos impone la austeridad, ¿cree que la pertenencia de España a la Unión Europea es algo positivo?


España se ha beneficiado muchísimo de su pertenencia a la UE, de la pertenencia al euro… sí, pero es por nuestra mala cabeza. ¿Por qué demonios teníamos que pedir prestado el 100% del PIB en tres años? Ésta ha sido nuestra desgracia. Pero sí, yo creo que nos ha beneficiado mucho en muchas dimensiones. Naturalmente, no ha sido gratis. Si uno piensa en la agricultura… ha habido una gran parte de la industria que ha tenido que cerrar, pero no nos equivoquemos, si hubiéramos mantenido esta industria seríamos la España de los años 60.


Además, es nuestro sitio. La pertenencia a la zona euro… creo que fue un error hacer el euro cuando se hizo. Hubiera sido mejor hacer lo que decían los alemanes: esperar a que las economías estuvieran convergiendo y entonces lanzarnos a la moneda única.


Yo creo que nuestro problema no es la pertenencia al euro. El problema no ha sido la imposibilidad de devaluar. Las devaluaciones no son una buena forma. En otras épocas, como el desarrollo de países como el nuestro o como Italia era muy volátil, siempre es el mismo ciclo: empieza el crecimiento, viene la inflación, problema con el balance de pagos, hay que devaluar, hay que estabilizar y luego volvemos a empezar. Y así se crece mucho. Pero tiene que llegar el momento en el que un país pueda crecer sin necesidad de recurrir al tipo de cambio, porque tener un tipo de cambio variable tiene sus propios problemas. Creo que nosotros ya lo hemos pasado y podemos crecer de otras formas. Teníamos una inflación de más del 30% y nos ha costado 30 años bajarlo, pero ya está.



¿Cuáles son los principales culpables de la crisis de 2007? (Constructoras, bancos e hipotecas basura…)?


En el fondo, yo creo que es este dogma de que las transacciones privadas son sagradas, que no se pueden tocar. Esto es mentira. Una sociedad bien organizada no puede funcionar de esta manera. Tiene que haber algo que avise cuando están pasando estas cosas. Si a un presidente de Estados Unidos, se le hubiera ocurrido decir lo que estoy diciendo, lo hubieran tumbado. No es sólo el gobierno. Tiene que haber una oligarquía que mande en el país.


¿Cree que se podría haber evitado?


Es muy difícil. Primero, todo el mundo se resiste a ver las crisis porque, antes, a todo el mundo le está yendo bien. Esto ha sido siempre así. Creo que todas las crisis tienen un elemento en común: un boom del crédito.


¿Cree que la recuperación está cerca?


Depende de lo que esperemos. Creo que tenemos por delante una temporada de crecimiento lento en España y desconfiaría de todo lo que tenga síntomas de crecimiento rápido porque, si lo hay, será en el sector inmobiliario. Crecimiento rápido fuera no lo hay, parte de lo que ganamos hay que utilizarlo para pagar… tenemos para 100 años de este asunto. Un crecimiento del 2’7% no está nada mal y no hay que esperar mucho más en el futuro. No vamos mal en este sentido, pero creo que habría que hacer un poco más de redistribución para aliviar los sectores más pobres.


¿Cree que volveremos a estar como estábamos?


Uf, no. Eso déjalo. ¿Vamos a estar como en 2003? Realmente, ya estamos como en 2003. ¿Vamos a estar como en 2007? No.


¿Era cierta la frase de que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades?


Estábamos gastando más de lo que ganábamos. Posibilidades quiere decir lo que podemos hacer en un futuro y eso no lo sabe nadie. Aún no sabemos el nivel de deuda. Deberíamos haber hecho una reestructuración en 2007, pero no se quiso hacer porque nadie sabía lo que había ahí dentro. Ni eran unos incompetentes ni eran malos, eran normales.



Entonces, ¿el problema está más en el sistema que en la incompetencia de quien lo dirige?


Visto lo visto, yo creo que sí.

 
 
 

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