El crash del 2010, de Santiago Niño (2010)
- David Cabrera López
- 15 mar 2016
- 5 Min. de lectura

14 de septiembre de 2008. Lehman Brothers, uno de los grandes bancos de inversión estadounidenses, quiebra, y al día siguiente el Fondo Monetario Internacional declara que lo peor está por llegar. Marzo de 2009. España alcanza su tasa de inflación más baja de los últimos 40 años, y la tasa de desempleo en el país aumenta hasta el 14’07%. No es una excepción. La economía de los principales países europeos y otras potencias como Japón o los ya citados EEUU se encuentra en una situación precaria, y las medidas tomadas desde finales del 2008 no parecen solucionar el problema.
¿Qué ha provocado esta situación y cómo podemos esperar que se desarrolle la economía a partir de ahora? Santiago Niño Becerra nos da su versión en El crash del 2010: Toda la verdad sobre la crisis. Becerra, catedrático de Estructura Económica en IQS de la Universidad Ramón Llull desde 1994, deja atrás los artículos para publicar su primer libro, aunque no será el último. A día de hoy, el autor cuenta con otras tres obras que amplían su teoría del crash que estamos viviendo y va un poco más allá para tratar otros ámbitos de la economía.
Tal y como comenta Becerra, con El crash del 2010 pretende explicar dónde estamos, por qué hemos llegado hasta aquí [...] y la sociedad postglobal en la que vamos a transitar viendo las tendencias actuales. Desde el primer momento aclara que, en contra de lo que pueda pensar la opinión popular, esta crisis no ha sido provocada por las aspiraciones egoístas de unos pocos millonarios que mueven el mundo. El autor habla de una crisis sistémica, es decir, una depresión generada por el propio funcionamiento del sistema económico. En este caso, el día a día del capitalismo tiende a llevar al sistema al alza, pero este crecimiento es insostenible y, de manera cíclica, los mismos principios que provocan este crecimiento acaban causando épocas de crisis. Las consecuencias de esta crisis no comportarán el final del capitalismo como tal, para eso aún quedan unos 50 años. No obstante, cualquier crisis sistémica deja unas secuelas en la sociedad que la cambia para siempre.
Uno de los pasajes más meritorios de esta obra es el recorrido histórico que hace Becerra a lo largo de los distintos sistemas económicos que ha utilizado el hombre. Para demostrar su teoría, el autor explica las bases que hicieron triunfar a los distintos sistemas, y cómo estas mismas bases los acabaron condenando. Como ejemplo más ilustrativo, utilizaremos el más lejano temporalmente: El Imperio Romano. El ansia de conquista y expansión constantes por las que se regía el Imperio, lo condujo a una situación en la que tanto en sus propios territorios como en las fronteras que los rodeaban estaban llenos de enemigos. El emperador Constantino, en un intento por ganarse apoyos, firmó en el siglo IV el Edicto de Milán, con el que oficializaba la religión cristiana y daba libertad de culto a aquellos que quisieran profesarla. No obstante, el hecho de reconocer oficialmente otra religión, y con ella a otro dios, traicionaba el principio básico del propio emperador romano como única deidad sobre el que se había regido el Imperio a lo largo de su historia. Éste fue el último clavo sobre el ataúd de un sistema que ya estaba desgastado y necesitaba un cambio de bases.
A partir de este ejemplo, Becerra hace un recorrido magistral por el feudalismo, maquinismo… en el que va explicando las bases que hicieron triunfar los distintos sistemas y como estos, tras un periodo medio de 250 años y tres crisis sistémicas, acabaron por desaparecer. El autor insiste en que la última crisis de cada periodo, la llamada crisis de fin de sistema es un ciclo progresivo en el que un sistema desaparece y a la vez se plantan los principios de lo que será el sistema posterior, que se pone en funcionamiento en el mismo momento que su antecesor finaliza.
Viendo esto, ¿cuál es el problema del capitalismo? ¿qué principios básicos del sistema están provocando esta crisis? Becerra se muestra muy crítico con el espíritu individualista que impulsa el capitalismo, que busca el beneficio máximo personal por encima de cualquier entidad o Estado que lo regule. Así, tras superar la Gran Depresión posterior al Crac del 29, la sociedad experimentó décadas de bonanza. En esta etapa, los principios keynesianos basados en el consumo público como elemento imprescindible para ocupar todos los factores productivos existentes se consideraron la única manera de garantizar un aumento del PIB anual. ¿La cara B de este sistema? Un crecimiento insostenible, que provoca que las empresas se endeuden progresivamente y no puedan evitar caer en la especulación. Este crecimiento genera una bola de nieve que se hace demasiado grande, de tal manera que cuando las empresas son conscientes de la situación no pueden detenerla, viéndose sepultadas por las deudas. Las empresas quiebran o son absorbidas, las entidades deudoras no reciben sus pagos y no pueden conceder nuevos créditos, y la desconfianza del cliente se dispara, con la consecuente caída de la bolsa.
Entonces, ¿la crisis se podría haber evitado? No. Becerra aclara en repetidas ocasiones que estamos donde estamos porque las cosas no podían ser llevadas a término de otra manera. Insiste en la idea, dada a conocer por Keynes, de que cualquier sistema económico, en el momento de su nacimiento, lleva incorporado un gen destructor que le da una fecha de caducidad, una esperanza de vida. El autor aclara que esta crisis no será de fin de sistema, con lo que al capitalismo aún tiene que cerrar su ciclo de 250 años (recordemos que sus bases se instauraron con el Congreso de Viena en 1815). ¿Cómo dejar atrás esta crisis? El camino seguido tras la Gran Depresión es un buen espejo en el que mirarnos. Hay que dejar de aplicar medidas inmediatas y sin ninguna coordinación entre las distintas economías que sólo intentan salir del paso. La sociedad global exige un pensamiento en consecuencia, con medidas coordinadas y pensadas a largo plazo para que el sistema capitalista pueda salir adelante una vez más.

Con todo esto, Becerra escribe una obra meritoria. Su libro, revisado por última vez a mediados de 2009, hace un buen análisis tanto del contexto actual como de los antecedentes históricos que nos han conducido a esta situación. No obstante, sus previsiones e ideas ya fueron criticadas en su momento por basarse más en apreciaciones subjetivas que en datos empíricos. El tiempo ha dado la razón tanto a Becerra como a sus críticos, y es que algunas de las previsiones que apunta el catedrático se han cumplido pero otras han quedado a medio camino.
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Previsiones de futuro aparte, El crash del 2010 es una buena obra para el lector medio que, con unas mínimas bases de economía, puede entender qué es la crisis actual y cómo hemos llegado hasta ella. A partir de este libro, podemos empezar a tratar otros autores y obras que profundicen más en el ámbito y nos exijan unos conocimientos previos más amplios.
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